lunes, 22 de febrero de 2010

María Andrea Villarreal González

20 de enero de 1881 - 19 enero de 1963
En el centenario de la revolución mexicana es necesario voltear a ver a los olvidados y muy especialmente a las mujeres que participaron y dieron su vida o parte de su vida para construir nuestra nación.
Un caso excepcional del que quiero comentarles es el de María Andrea Villarreal González, una mujer fuera de serie, nació en Lampazos de Naranjo Nuevo León, México, el 20 de enero de 1881.
Su vínculo con la revolución se debe en parte a que su hermano forma parte de la dirigencia del grupo de los hermanos Flores Magón, Antonio I. Villarreal a quien acompaño sin ningún reparo al exilio en los EEUU. Es comprensible la influencia y el espíritu revolucionario que Antonio imbuyó en su hermana.
Sin embargo es indispensable hablar de la labor que ella misma realizó con absoluto convencimiento y el compromiso que manifiesta con sus hechos hacia la revolución. Cabe destacar que su lucha estuvo al lado de los Magonistas y más tarde con el movimiento Maderista.
Ella vivió de manera intensa durante esa época agitada y convulsa. Por supuesto que no se hacían esperar las persecuciones de que fue objeto, por parte del aparato represor del Porfirismo, como lo sufrieron todos aquellos que luchaban por una transformación social del país.
Como sabemos Porfirio Díaz mantuvo hundida la República Mexicana en una cruel dictadura, lo cual desembocó en una profunda conciencia social que de manera pública y valiente repudiaba las arbitrariedades e injusticias, de lo cual María Andrea es un claro ejemplo.
El mejor conducto para que las mujeres se hicieran presentes fue sin duda la prensa y la literatura. Así, María Andrea se expresó a través de este medio, donde no sólo era permitida, sino necesaria la presencia de mujeres comprometidas.
Fue decisiva su colaboración en el periódico Regeneración desde 1905 e incluso su participación en algunos levantamientos armados como ocurrió en Jiménez, Viesca, Las Vacas y Palomas Coahuila. En estos levantamientos incluso fue la proveedora de las armas y municiones. Desarrolló labores propagandísticas en la corriente Magonista a través de sus vehementes escritos, en los que mantenía la verticalidad de su postura en contra de Porfirio Díaz.
Al romper con el grupo de los hermanos Flores Magón al radicalizarse éste, se une a la causa maderísta, a la cual también se unió su hermano Antonio. Ella continuó colaborando en el periódico La Prensa desde San Antonio Texas.
María Andrea lucho más bien con la pluma, utilizó lo que sabía hacer para la revolución. Escribía tan bien que en 1936 obtuvo el 1° lugar en Los Juegos Florales ganando La Rosa de Plata con su poema “Las heroínas de la Independencia”, ese primer lugar lo ganó en buena lid a Alfonso Reyes, quien tuvo que conformarse con el 2° lugar.
Muere en 1963 en plena miseria. Es homenajeada por primera vez diez años después, el 7 de julio de 1973, el Gobernador de Nuevo León Luis M. Farías le rinde un homenaje y su esposa Sra. María Emilia Mackey de Farías devela una pequeña placa de mármol en un centro cívico de la ciudad de Monterrey.
Hasta donde he podido incursionar sólo ese pequeño homenaje se le ha brindado.
Ella como otras nuevoleonesas; Belén Campos, de Monterrey; María Elena Villarreal de Peña, de Salinas Victoria; la maestra y escritora Julia Ruiz Nava, de Galeana, quien fundó una sociedad de mujeres liberales “Las hijas de Cuauhtémoc”; María de Jesús de la Rosa y Elena Villarreal ambas de Sabinas Hidalgo; María González de Marín. Todas ellas han sido participes activas en la construcción de nuestra sociedad.
Han sido soslayadas y porque no decirlo más claramente, casi borradas de la historia, ¿acaso por ser mujeres?
Mi reconocimiento a esas heroínas